A 4 mil kilómetros de aquí ciertos hombres importantes están simulando que tratan de encontrar a un famoso delincuente que se ha escapado de prisión gracias al apoyo -o la desidia, que es lo mismo- de esos mismos hombres importantes.
A 11 mil kilómetros de aquí hombres importantes, de países que hasta ayer se acusaban mutuamente de ser terroristas, están a punto de firmar un acuerdo nuclear que, sin duda, otros hombres importantes se encargarán de desmantelar en los próximos meses.
A más de 5 mil millones de kilómetros de aquí, en un lugar al que felizmente no han llegado los hombres importantes, un robot muy veloz empieza la jornada de trabajo más importante de su misión, en la que tomará las mejores imágenes posibles de un mundo frío y marrón que ha sido objeto de amargas discusiones entre los hombres importantes de nuestro mundo cálido y azul.
Me detengo un momento y vuelvo a leer sobre estas cosas, las únicas que han logrado capturar mi atención en un día como hoy, en el que he dejado de lado los muchos asuntos pendientes que me agobian para perderme, distraerme y emborracharme de las noticias de México, Austria y Plutón. Y me doy cuenta de que algo debe andar muy mal cuando lo único importante que ha ocurrido en mi día ha sucedido tan pero tan lejos de mí.
(13 de julio de 2015)
(13 de julio de 2015)
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