Asombrarse es una experiencia solitaria. Pero puedes compartirla y hasta mejorarla si le cuentas a alguien lo que te sorprendió o te conmovió. Por ejemplo cuando sales del cine o del teatro, a donde sueles acudir acompañado: Te pones a contar lo que piensas sobre tal personaje o te mandas con una loca teoría sobre lo que en verdad sucedió en la escena final. La discusión se anima, discrepas, coincides, dices una pastrulada y te responden con algún rocón y todo ese juego de comentar la experiencia, te apacigua y te ayuda, un par de horas después, a dormir tranquilo.
Pero cuando lees una novela, cuando miras una película pirateada en tu computadora o cuando acudes sin compañía a un concierto de esa música que no le gusta a tus amigos, la experiencia se queda solo contigo, rebotando en las paredes de tu cráneo y, a veces, causando estragos.
Y para eso es este blog. Para guardar todas esas impresiones que se quedaron sin ser contadas. Cosas acerca de lo que leí, vi o escuché. Y quizá, también, algunas cosas más difíciles de definir pero que tengo que colocar en algún lugar para que no se me pudran aquí adentro ni revienten en mi pecho. Un lugar seguro para decir un montón de rocas sin que nadie me lo reproche.
(31/05/2014)
(31/05/2014)