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Juerga, jerga y una novela multimedia

A fines del siglo pasado había un lugar en mi pequeño universo en el que los juegos de palabras estaban a la orden del día: la cafetería de letras de la universidad. Jugando a hacer puzzles con el absurdo, algunos de mis amigos y yo a veces matábamos el tiempo entre las clases de Estudios Generales Letras, hablando, literalmente, estupideces, combinando y recombinando palabras e inventándoles significados. Mientras leía algunas de las conversaciones y monólogos de los personajes de Tres Tristes Tigres me resultó inevitable recordarlo (aunque los rocones que los personajes de Guillermo Cabrera Infante dicen en su novela son más agudos que los que nosotros  improvisábamos).

(...) del gotán, que es el reverso del tango, derivó el barúm que es lo contrario de una rumba y se baila al revés, con la cabeza en el piso y moviendo las rodillas en lugar de las caderas. (Página 226)


Parece una broma. Y lo es. Casi toda la novela se sustenta en el humor, en la tomadura de pelo de unos personajes frente a otros. Pero no es porque su asunto sea cómico...


Ocurre que el "hablar en absurdo" es el código secreto, la lengua común que comparte una irregular pandilla de jóvenes cubanos (Un fotógrafo, un dibujante / percusionista, un escritor, un actor y un inclasificable, entre otros figurantes), amantes de la noche y mujeriegos, que deambulan entre los cabarés y bares de La Habana prerrevolucionaria (años 50) mientras intentan encontrar, con cinismo y creatividad, su lugar en el mundo. Pero contrariamente a lo que pudiera parecer con esta apretada sinopsis, no resultó una lectura fácil. Sí, en cambio, retadora, estimulante. Sus aparentes dificultades, en todo caso, son el sustento de sus virtudes. Suena confuso... A ver si me explico.


La jerga

El legendario cabaret Tropicana de La Habana, donde se inicia la novela de  Cabrera Infante y que, según comprendemos a lo largo de la trama, se convierte en una metáfora grotesca de lo que es Cuba para su autor (Imagen tomada de cubanhistory.com)

Para empezar todo el libro es un permanente juego de palabras con el uso intensivo de la "jerga" cubana (con faltas de ortografía intencionales) que puede confundir al lector, pero que el autor sugiere (en la primera página) descifrar con un método que, a mí, me resultó infalible
algunas páginas se deben oír mejor que se leen y no sería mala idea leerlas en voz alta

Y eso es ciertísimo. Intenta leer estas líneas en voz alta y verás como se te sale la entonación necesaria, casi sin pensarlo. Es lo que dice una mujer que habla por teléfono con otra:
¿Livia? Beba, Beba Longoria. La misma. ¿Cómo andas miamiga? Me alegro verdá. Yo, en el duro. No, qué va miamiga, sanita comuna mansanita. A, no base mucho pero tengo la vos tomade todas maneras. Sí debe ser el sueño. El que puede puede y el que no que se tire al mar que hay de sobra. Tú me conoce que yo siempre sío dormilona, media haraganota así y ahora que puedo aprovecho. Bueno al pie del coco se bebe el aua desía miabuela y yo digo que hay que descansar donde uno se cansa. ¿Yo? La misma la misma siempre. ¿Y por quiba cambiar? Oye, Livia, pélate un minutico miamiga, no vaya colgar... ¿Qué te hablaba? No que dejé destapao un pomo de Chanel y tenía miedo que se me vaporara. (Página 49)


 Las aspiraciones de los personajes


El acomodado barrio de El Vedado, en La Habana en los años 50. El gran edificio en forma de Y de la izquierda es el Focsa, un conjunto residencial en donde vive el personaje adolescente de Vivian Smith-Corona y en cuya piscina (que puede adivinarse en la gran terraza que tiene) ocurre una de las memorables escenas de la novela con los personajes de Cué y Eribó. Imagen tomada de vitruvius.com.br
La conversación telefónica citada nos da una serie de claves sobre la construcción, sutil, de los personajes. La lectura atenta del fragmento, la vulgaridad del dialecto, permiten deducir "de arranque" que Beba ha "ascendido" en la escala social, uno de los temas fundamentales de la novela Otro ejemplo  notable de ese mismo tema está en la escena en la que Ribot (alias Eribó, un dibujante que se desquita de sus desventuras tocando el bongó en las noches), va a pedirle un aumento a su jefe.   
Lo miré y casi le dije, toda la vida y tal vez también la muerte. Lo que dije fue:
—Es que, usted sabe, realmente, tengo un aprieto...
—Diga, diga.
—Estoy ganando muy poco.
—¡Cómo! ¿Pero no le aumentamos ya hace seis meses?
—Sí, es verdad. Eso fue cuando me casé, pero...
—Diga, diga.
Era como si dijera, No diga nada, pero sabía colocar aquellas dos palabras o aquella palabra repetida con tal sabiduría, que me rendí.
—Bueno, es que voy a tener un hijo.
—Ah caramba. Un hijo —podía haberle corregido: O una hija, tal vez un hermafrodita. Pero fue él quien habló—: Eso son palabras mayores. ¿Usted lo ha pensado bien?
Lo cierto era que no lo había pensado, ni bien ni mal ni regular. Los hijos no se piensan ni siquiera se sienten o se ven venir. Cuando aparecen ya están ahí. Son casi como erratas. Caray, se me fue un hijo en ese lay-out de Mejoral. Debí haberlo hecho interruptus.
—No, pensarlo, lo que se dice pensarlo, no lo pensé.
—Ah Ribot, pues a los hijos hay que pensarlos.
La prole es una cosa mental, diría Leonardo. Ya sé. La próxima vez me sentaría a mi mesa, me pondría una mano en la mejilla, como Nobel en todos sus retratos y clavaría un cartel en la puerta. "No molesten. Estoy diseñando un hermoso varón de ocho libras".
—Usted tiene razón —dije servil—, hay que pintarlo, pensarlo.
Ahora el amo podía mostrarse conciliador con este Sergio de la gleba.
—Vamos ver —dijo—. ¿Qué puedo hacer yo por usted?
No dije nada, de momento. No esperaba que mi petición fuera una respuesta. Yo venía a hacer preguntas, todas ensayadas de antemano. ¿Qué puede hacer la tierra firme por un náufrago? Era todo lo que se me ocurría ahora. ¿Encontrarnos en la orilla? ¿Echarme un cabo? ¿Olvidarme detrás del horizonte? Me decidí por pedir lo más fácil. ¿O fue lo más difícil?

—Quisiera ver, si puede, que me hiciera el favor, usted, de que me aumenten, a mí, el suelo, el sueldo. De ser posible, claro.
Hablé con la construcción gramatical exacta para producir en el castellano la idea de respeto y jerarquía y necesaria distancia. Todo lo que predispone a la caridad, pública y privada. Pero no hubo respuesta. No inmediata. Ése es el secreto de los grandes hombres. De los pequeños grandes hombres también. Conocen el precio y el valor de todo, aun de las palabras. Y del silencio, como los músicos. Y de los gestos. Como los actores o los budistas. (Páginas 55-56)

Pero la preocupación existencial también aparece en los personajes que parecen más simples. Eso se ve por ejemplo en la discusión que sostiene Magalena con su protectora, y que es narrada por ella tiempo después en estos términos (léase en "voz alta"):

(...) y no dise ma nada nada nada pero nada y me da lepalda y yo cojo así, con la mima, miestola y mi carterita y doy un paso, e, y otro paso, e, y otro paso, ey, y ya etoy en la puelta y cojo y me viro, así, rápida, como Betedavi y le digo, dígole, óyeme bien lo que te voy adesil: nada más que se vive una ve, me oíte, dígole, así gritando al paltil un pulmón: nada má que se vive una ve, dígole, y cuando me muera se murió el carnaval y se murió la música y se murió la alegría y e polque se murió la vida, me entendite, le digo dígole, polque éta que etá aquí, Magalena Crús, vastar del otro lao y de allí pacá sí que no se ve nada ni se oye nada y entonse, mivida, se acabó el acabóse, me oíte, le digo y entonse ella base así, muy dinna, que se me vira de medio lao y se me queda de pesfil y va y me dise muchachita, que tú ere la abogá del casnaval, me dise. Acabate dil de una ve, díjome. (Página 41)
 Lugar y tiempo


Una vista actual del malecón de La Habana, por donde le gusta ir a gran velocidad, a bordo de su "máquina", al personaje de Arsenio Cué en compañía de su amigo Silvestre. En primer plano el edificio del Hotel Nacional, también mencionado varias veces en la novela. Imagen tomada de http://alongthemalecon.blogspot.com


Si bien hay muchas referencias a la vida en provincias, de donde procede la mayoría de los personajes, La Habana es el epicentro del drama. Pero de ella sólo se muestran la "máscara turística" y lo relacionado con el mundo del entretenimiento, en el que se mueven todos ellos. Se hace referencia a un montón de sitios que -googleando un poco- me enteré que eran hoteles o bares famosos (el Capri, el Sierra, el Hotel Nacional), cada uno con su propia orquesta y espectáculos. Pese a que en ese mundo se mezclan todos (los pudientes y los que no lo son) las barreras sociales son altas. El color de la piel también limita el ascenso social. Ser una mujer "de pueblo" es un estatus del que sólo parece que se puede escapar sirviendo de insumo a esa vida nocturna (como modelo, cantante, bailarina o prostituta) o por relaciones con los que detentan el poder en el autocrático régimen de Batista (como ocurre con el personaje de Beba).


Una vista actual del Hotel Capri, donde ocurren varios hechos de la obra, como el debut de la cantante La Estrella o los conciertos de la banda en la que toca Eribó. Imagen tomada de CentroTampa.com
Los diálogos casi no mencionan asuntos politicos en parte porque a los personajes "no les gusta hablar de política", pero también por temor al Servicio de Inteligencia del gobierno, cuyos esbirros están por todas partes. Sólo en la última parte de la obra, cuando Silvestre y Cué se emborrachan se desatan y hablan de política e incluso se alude a la guerrilla de Fidel "allá en la sierra". Pero los acontecimientos históricos que estaban a punto de ocurrir (el derrocamiento de Batista y la desaparición de ese estilo de vida) no se mencionan en la obra. ¿Es relevante para el lector estar al tanto de eso? No para lo elemental, pero sí para comprender que lo que está haciendo Cabrera Infante es describir un mundo a punto de desaparecer: Es la decadencia irreversible, el canto del cisne de un modo de vida que parece basarse en el derroche y el vicio. Este es uno de los muchos asuntos que tiene que ver con lo que podría llamarse "el gran escollo" del lector medio: la necesidad de estar al tanto de las muchísimas referencias extra-textuales que tiene el libro y en las que se basan muchas de sus páginas. Es decir:


Lo que está "afuera" de la novela

Todo chiste requiere una referencia. No sé si hay una teoría del humor pero hacer un chiste sobre Jaimito requiere que el que escucha el chiste sepa qué se puede esperar en serio de Jaimito y qué no. El estereotipo, el arquetipo, la definición. Un chiste de monjitas requiere que asumas desde el principio el carácter recatado y discreto que una monjita "se supone" que debería tener. Del mismo modo, muchas de las bromas y juegos de palabras de Tres Tristes Tigres requieren que sepas muchas cosas. Sólo voy a poner un ejemplo. El escritor Silvestre le pregunta al actor Arsenio Cué sobre cómo es que se va a sustentar económicamente. Esta es su respuesta

—Por lo pronto vivo, para copiarte el léxico, de un fenómeno de física económica que se llama inercia pecuniaria. El dinero me durará más allá del, aprende, "Límite del deRoche", si soportamos mi bolsillo y yo las presiones ambiente y el período de fatiga de los metales, particularmente crítico en el caso de la plata.  (Página 346)

En este caso concreto jugué con ventaja porque "me la sabía". El "Límite de Roche" es un asunto de física: Es lo que determina a qué distancia puede permanecer intacto un astro metálico sin desintegrarse ante la presión de la gravedad de otro astro más grande. Por eso la metáfora sobre el "deRoche" y la economía es brillante. Pero había otros muchos juegos semánticos de los que no tenía idea... y quizá no entendí (aunque creí que sí) o ni siquiera me di cuenta que estaban ahí. Frases que lees, que no te dijeron absolutamente nada y relees y notas que hay algo ahí que te estás perdiendo y resulta que no tienes internet a la mano y la enciclopedia es muy pesada y te da flojera averiguar en ese momento porque estás recontra cómodo leyendo en tu cama, "¿de qué diablos hablas Cabrera?", le preguntas al papel y luego, ansioso por saber qué sigue, dices "Bah" y sigues leyendo y pasándola bien las con nuevas ocurrencias (que sí entiendes) de sus personajes, aunque más tarde te acose la incómoda idea de que parte del "gran secreto" de la novela está vedado para tí, algo que el autor sabe que tú ignoras y de lo que él, muerto y todo, se jacta desde la tumba. Cosas que desconocerás para siempre por perezoso o, peor aún, por ignorante...

Pero, ¿cómo seguir leyendo si no "capturas" el 100% de lo que lees? Por ejemplo la novela está repleta de referencias al cine (de los años 50, gringo y mexicano), a grandes nombres de la literatura mundial (especialmente autores norteamericanos), a juegos de palabras en inglés (fácil) francés (menos fácil) e incluso alguno en sánscrito (no jodas pe...). Pero, a pesar de esas cosas, el hecho de que la novela nunca se tome en serio su aparente perfil culturoso, y que siempre esté riéndose de sí misma, impide el rechazo, el aburrimiento o la desazón Creo que ese es su mayor triunfo. Es un texto que debería asustar y no lo hace.

Guillermo Cabrera Infante (1929-2005). Imagen tomada de http://neoclubpress.com

Un bolero en el tocadiscos

Y llegado a este punto (¿alguien ha llegado hasta aquí?), me vas a disculpar, pero voy a llevar el "dilema de las referencias externas" al extremo... (pero es que de eso se trata esto, de poner los montones de rocas que quiero decir sobre lo que leo). La lectura puede cambiar según se conozca o no la "banda sonora" de la novela, es decir, las canciones que se mencionan. (Ojo, spoliers)

La parte la novela que más me gustó (la sección llamada Seseribó) está narrada completamente por el personaje de Eribó, el dibujante citado anteriormente que en las densas noches habaneras toca el bongó en una orquesta de segunda categoría. Él se ha enamorado de una chica rica, Vivian. Ella le da alas para que intente su cortejo. Mientras están escondidos conversando en un barcito aparece un grupo de amigos de ella. "Ay mi madre... Gente del Bilmore"... dice (Nota: googleé y averigué que el Biltmore (con t) era el nombre del Yatch Club, donde se reunía la "gente bien"). Se incomoda por el hecho de que sus amigos la hayan descubierto en ese lugar y acompañada. Eribó, abrumado por las conversaciones improvisadas y ligeras de los recién llegados, nota que en ese momento ponen un bolero en el tocadiscos. Se llama Déjame Sola y se repite tres veces. El autor de la novela no describe la canción ni menciona de qué va la letra, sólo pone en los pensamientos de Eribó lo mucho que le gusta la forma de cantar de la intérprete (que es otro personaje importante del que hablaré después). En fin, incómodo, sintiéndose fuera de lugar, decide ir al baño un momento, Cuando regresa a su mesa los amiguitos de ella ya se han ido... El mismo bolero sigue sonando. Al final, cuando él intenta besarla, ella lo rechaza, entre lágrimas. Le da una excusa ambigua, él no insiste y acaba el asunto. Es un pasaje muy hermoso y emocionante. Bien. ¿Se entiende y se siente? Sí, por supuesto. Uno comprende que de algún modo la presión social pudo más con ella y está todo claro. PERO hay un detalle que sólo de puro curioso capté. Y es que quise escuchar la mentada canción Déjame Sola y la busqué en internet y la escuché (un bolero de Roberto Cantoral, compuesto en la misma época de la novela y que Olga Guillot hizo muy famosa). La letra decía:

Déjame sola
si quieres que te evoque con ternura
Ya no hay razón
para vestir de blanco mi negrura

Eribó es mulato. Vivian y sus amigos son blancos. Ella lo rechaza, a pesar de haber estado inicialmente interesada, sólo después de la visita de su grupito mientras la bendita canción suena tres veces. Con esa información, la escena cobra para el lector una dimensión nueva: la racial. Pero eso es algo que sólo podría entender el lector que conozca la canción. El lector no avisado no podría participar de esa lectura multimedia. Después de eso francamente no me extrañó conocer que una de las grandes pasiones de Cabrera Infante fuera el cine.

En el siguiente clip hay una versión del bolero mencionado cantado por Elena Burke en la misma época en que transcurre la novela.


Lo curioso es que Burke (según he podido averiguar en la internet) era aficionada a cantar a capella (es decir, sin acompañamiento instrumental) y eso es precisamente lo que hace uno de los grandes personajes de Tres Tristes Tigres, la misma cantante que sonaba en el tocadiscos, a la que llaman simplemente...

 
La Estrella 

Hay dos personajes que me fascinaron absolutamente y que, a diferencia del resto, nunca "hablan" en primera persona. No parecen comulgar con el resto de los habitantes de ese planeta de luces y alcohol. Viven dentro de él, es cierto, pero parecen de otro mundo porque su búsqueda está muy lejos de lo que buscan todos los demás. El primero de ellos (mi personaje favorito de la novela) es La Estrella, una mujer fea y obesa que canta como los dioses pero que sólo lo hace sin acompañamiento de músicos. Esa excentricidad y su alcoholismo desmesurado dificultan que pueda triunfar como uno de sus mentores, el fotógrafo apodado Códac, pretende. El relato de la reunión que éste organiza en su casa para que sus amigos la oigan cantar es memorable. (Noten la referencia a una versión fílmica de Moby Dick).

Me dije que había que separar ese oro de su voz de la ganga en que lo envolvió la Naturaleza, la Providencia o lo que fuera, que había que extraer aquel diamante de la montaña de mierda en que estaba sepultado (Página 125)
(...) Vamos, le dije, que todo el mundo occidental te está esperando en mi casa. Esperando qué, me dijo. Esperando que tú vayas y cantes y te oigan. A mí, me preguntó, oírme a mí, preguntó, y en tu casa, están en tu casa, todavía, preguntó, entonces me pueden oír desde aquí porque tú vives ahí al doblar, me dijo, no tengo más que pararme en, y comenzó a ponerse de pie, la puerta y me suelto a cantar a todo trapo y me oyen, me dijo, no es así, y cayó en la silla que no crujió porque de nada le serviría, habituada, resignada a ser silla. Sí, le dije, es así, pero vamos a casa, que es mejor, y me puse confidencial. Hay un empresario allá y todo, y entonces levantó la cabeza o no levantó la cabeza, la ladeó solamente y levantó una de las rayas finas que tenía pintadas sobre los ojos y me miró y juro por John Huston que así miró Mobydita a Gregory Ahab. ¿La habría arponeado? (...) y encontramos la puerta abierta y lo primero que oyó La Estrella fue ese son, Cienfuegos, y en medio de la gente estaba Eribó explicando eternamente su montuno y Cué con boquilla y cigarro en boca bajando y subiéndola, aprobando, y Franemilio de pie cerca de la puerta con las manos detrás del cuerpo, apoyadas en la pared como lo hacen los ciegos: sintiendo que están ahí más por las yemas de los dedos que por el oído y ver a Franemilio y dar un rezacón La Estrella y gritarme en la cara, sus palabras favoritas conservadas en alcohol, Mierda me engañaste coño, y yo sin comprender le dije por qué y ella me dijo, Porque ahí está Fran y seguro que vino a tocar el piano y yo con música no canto, me oíste, no canto, y Franemilio la oyó y antes de que yo pudiera hablar o pensar, decirme, Coño está loca de remate, ¡Yo con un piano en la casa!, dijo con su voz dulce, Pasa, Estrella, entra que aquí la música la traes tú, y ella se sonrió y yo pedí atención y dije que apagaran el tocadiscos que aquí estaba La Estrella y todo el mundo se volvió y la gente que estaba en el balcón entró y todos aplaudieron. ¿Ves? le dije ¿ves?, pero ella no me oía y ya iba a arrancar a cantar cuando Bustrófedon salió de la cocina con una bandeja con tragos y detrás de él Edith Cabell con otra y La Estrella cogió un trago al pasar y me dijo, ¿Y ésta qué hace aquí? y Edith Cabell la oyó y se viró y le dijo, Ésta no, ¿me oíste? que yo no soy un fenómeno como usted, y La Estrella con el mismo movimiento que hizo al coger el vaso, le tiró el trago en la cara a Franemilio (página 128)

La primera versión de esta obra ganó el premio Biblioteca Breve en 1964 y se llamaba "Vista del Amanecer desde el Trópico". 3 años después es publicada con su título actual. En la imagen mi ejemplar, publicado por Espasa, en Madrid, (no sale el año pero la colección es del 2002). La foto en la portada es la del autor.
Bustro
 
Al otro de esos grandes personajes, acaso el más importante de todos, tampoco lo conocemos por su nombre real sino por su apodo, Bustrófedon (o también Bustro o simplemente B), y es él quien inicia al grupo de amigos en los juegos de palabras (las bustrofenadas) convirtiéndose casi en el sumo sacerdote de un culto que sus devotos (el grupo de amigos protagonista) usan como tema de encuentro. Es un personaje excéntrico y de manías enfermizas que

(...) siempre andaba cazando palabras en los diccionarios (sus safaris semánticos) cuando se perdía de vista y se encerraba con un diccionario cualquiera, en su cuarto, comiendo con él en la mesa, yendo con él al baño, durmiendo con él al lado, cabalgando días enteros sobre el lomo de un (mata) burro, que eran los únicos libros que leía y decía, le decía a Silvestre, que eran mejor que los sueños, mejor que las imaginaciones eróticas, mejor que el cine.(Página 220)

(...) su teoría de que al revés de lo que pasó en la Edad Media, que de un solo idioma, como el latín o el germano o el eslavo salieron siete idiomas diferentes cada vez, en el futuro estos veintiún idiomas (miraba a Cué cuando lo decía) se convertirían en uno solo, imitando o aglutinándose o guiados por el inglés, y el hombre hablaría, por lo menos en esta parte del mundo, una enorme lingua franca, una Babel estable y sensata y posible, y al mismo tiempo este hombre era una termita que atacaba los andamios de la torre antes de que se pensara en levantarla porque destruía todos los días el español (Página 226)
y es permanentemente citado en ausencia por Silvestre, Cué, Códac y Eribó a lo largo de todos los diálogos y monólogos interiores de la obra cada vez que aparece un juego de palabras 
Si me gustara la prosopopeya (Bustrófedon me llamaría Prosopopeye el Marino) diría que es un cielo cruel (V)

o cuando falta
 ¿Por qué no estaba Bustrófedon con los dos para ser tres? Mejor que no esté. No entendería. No hay dibujitos. Nada más que sonidos y, tal vez, furia. (XXII)
...como si su existencia fuera la justificación que todos ellos necesitan para transgredir libremente las fronteras de la lógica y de la realidad. Incluso el autor lo usa de excusa, y en las secciones donde aparece Bustrófedon. hace curiosos trucos visuales, que incluyen páginas escritas al revés, dibujos y cosas como ésta:



Bustrófedon también es "culpable" de lo que acaso sea la mayor extravagancia de la novela, una larga sección, en una principio desconcertante que consiste en varias versiones de un mismo acontecimiento (el asesinato de Trotski en México, un asunto sin ninguna relación con la trama) narradas según el estilo literario de diferentes autores cubanos, incluyendo por ejemplo  a Lezama Lima (de cuya escritura críptica y poética hace una caricatura ininteligible) y Alejo Carpentier (burlándose hasta la crueldad de su escritura "recargada"). Nuevamente se trata de alusiones extra textuales, que pueden divertir a quienes conozcan la obra de los parodiados pero cuya intención es perfectamente clara para los que no los conocen. (En mi caso, nunca he pasado de la tercera página de Paradiso -la recargada novela de Lezama Lima que tengo hace años pendiente en mi repisa-, aunque eso me bastó para entender de qué iba la burla de Cabrera Infante).

En resumen: La novela está repleta de juegos verbales, a un nivel más elaborado que en la Rayuela de Cortázar. Está construida con retazos de hechos que ocurren en diferentes épocas y momentos y se encadenan prescindiendo de la cronología. No parece haber un inicio ni un final y no es fácil hacer una cronología de todos los acontecimientos narrados porque casi siempre están acompañados de evocaciones a otros tiempos. A pesar de eso cuando la lees con interés no te aplasta si no que te seduce. Conmigo lo hizo. La releí de inmediato (aunque en la relectura me salté, lo confieso, la parte de Trotski) y supongo que lo volveré a hacer más adelante, no solo por su interés sino por los desafíos que me deja pendientes. Quizá entonces, algo más viejo y menos ignorante, entienda todas esas bromas y aforismos que, a pesar de mis esfuerzos y wikipedia, se me escaparon en estas primeras lecturas.


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