Acerca de mi negligente lectura de Almas Muertas (Gogol), de su confianzudo narrador y del triste final de su autor.
Si hablas castellano hay algo que no debes hacer cuando te enfrentas una novela rusa: Dejar una pausa de varios días en la lectura. Y es que, como todos saben, en aquellas latitudes nadie se llama ni Hugo, ni Paco ni Luis y eso hace que el nombre de cualquier personaje resulte un poco más difícil de fijar en la memoria.
Esa lección me ha llevado a descubrir una curiosa estrategia, totalmente inconsciente, que empleo en este tipo de libros. La voy a explicar con un ejemplo: En la página x aparece un personaje llamado Vishneprokomov. Entonces mi mente, flojaza, en vez de leer "Vish-ne-pro-ko-mov" prefiere ahorrarse energías y tiempo y sustituir el nuevo término por un "apodo". Es por eso que a partir de ese momento identifico al mentado personaje sólo como "Vish". Y así, a medida que sigue apareciendo la palabra Vishneprokomov, sólo leo las cuatro primeras letras para identificarlo y nunca el resto. Funciona bien. Pero si interrumpo la lectura y la retomo, digamos, cinco días después, y vuelvo a enfrentarme a la bendita palabreja, ya me olvidé por completo del alias y no tengo la menor idea de a quién se refiere ni si es ésta su primera aparición en la trama ni si se trata de un personaje conocido o un error de la imprenta o de un defecto de mi visión... Y me veo obligado a regresar varias páginas atrás para situarme en el contexto o incluso revisar algún capítulo pasado... Y así mi experiencia lectora, que debería ser relajante y entretenida, se convierte en algo pesado. Todo por no leer de corrido. Y me pongo saltón y refunfuño y termino echándole la culpa al autor de "hacérmela difícil" y abandono el trabalenguas una vez más.
Con Almas Muertas de Gogol me ocurrió eso pero, además, tuve que cambiar la versión del libro que estaba leyendo porque tenía muchos problemas de escaneado (sí, era una versión pirata y muchas palabras aparecían equivocadas) y la otra que conseguí tenía una traducción distinta,. Y ¿qué creen? Todos los nombres propios estaban escritos de forma diferente (porque, por ejemplo, Tschichikof se convirtió en Chichikov,) así que mis apodos ya no servían. Con todo eso, no es extraño que me haya demorado demasiado en terminar una novela que ni es muy larga ni es complicada. Pero ¿valió la pena? Sí.
Si hablas castellano hay algo que no debes hacer cuando te enfrentas una novela rusa: Dejar una pausa de varios días en la lectura. Y es que, como todos saben, en aquellas latitudes nadie se llama ni Hugo, ni Paco ni Luis y eso hace que el nombre de cualquier personaje resulte un poco más difícil de fijar en la memoria.
Esa lección me ha llevado a descubrir una curiosa estrategia, totalmente inconsciente, que empleo en este tipo de libros. La voy a explicar con un ejemplo: En la página x aparece un personaje llamado Vishneprokomov. Entonces mi mente, flojaza, en vez de leer "Vish-ne-pro-ko-mov" prefiere ahorrarse energías y tiempo y sustituir el nuevo término por un "apodo". Es por eso que a partir de ese momento identifico al mentado personaje sólo como "Vish". Y así, a medida que sigue apareciendo la palabra Vishneprokomov, sólo leo las cuatro primeras letras para identificarlo y nunca el resto. Funciona bien. Pero si interrumpo la lectura y la retomo, digamos, cinco días después, y vuelvo a enfrentarme a la bendita palabreja, ya me olvidé por completo del alias y no tengo la menor idea de a quién se refiere ni si es ésta su primera aparición en la trama ni si se trata de un personaje conocido o un error de la imprenta o de un defecto de mi visión... Y me veo obligado a regresar varias páginas atrás para situarme en el contexto o incluso revisar algún capítulo pasado... Y así mi experiencia lectora, que debería ser relajante y entretenida, se convierte en algo pesado. Todo por no leer de corrido. Y me pongo saltón y refunfuño y termino echándole la culpa al autor de "hacérmela difícil" y abandono el trabalenguas una vez más.
Con Almas Muertas de Gogol me ocurrió eso pero, además, tuve que cambiar la versión del libro que estaba leyendo porque tenía muchos problemas de escaneado (sí, era una versión pirata y muchas palabras aparecían equivocadas) y la otra que conseguí tenía una traducción distinta,. Y ¿qué creen? Todos los nombres propios estaban escritos de forma diferente (porque, por ejemplo, Tschichikof se convirtió en Chichikov,) así que mis apodos ya no servían. Con todo eso, no es extraño que me haya demorado demasiado en terminar una novela que ni es muy larga ni es complicada. Pero ¿valió la pena? Sí.