Hace unos meses acordé con mis amigos Lucho y Mario retomar algunas lecturas que teníamos pendientes desde nuestros lejanos tiempos en la universidad (a mediados de los noventa), y reunirnos para comentarlas. Pretendíamos fundar una versión perezosa de un club de lectura que se pueda amoldar a nuestros horarios laborales... Uno de ellos se quería mandar de hacha con Ulises pero yo les pedí un poco de piedad y que vayamos piano piano con el tio Joyce, de quien tantas cosas terribles se decían en las aulas de Estudios Generales Letras de la Católica. Así que arrancamos con Dublineses, su libro de relatos, para hacernos una idea.
Arabia, uno de los relatos más inspirados de la colección, toma su nombre de un bazar en el que un adolescente enamorado cree que encontrará el camino para acercarse a la chica que le gusta. |
Íbamos a reunirnos a las dos semanas para comentar esa y otras lecturas pero las prioridades y los horarios de los miembros de la clase trabajadora de mediana edad son incompatibles con los revivals de los rituales estudiantiles. Vamos, si no eran importantes en aquellos años, ¡cómo lo podrían ser ahora! Así que, como no nos reunimos, pondré mis impresiones aquí, antes de que se me olviden. Pero como esto no es una tarea escolar, sólo diré un par de palabras sobre los relatos que más me gustaron.
De las quince historias, he escogido seis. Noto que una cualidad las hermana: Todas hablan, en un sentido u otro, de expectativas insatisfechas. Supongo que, más allá del valor literario de estas piezas, lo que me ha gustado de ellas es que sus personajes comparten conmigo un defecto doloroso: Esperar siempre más de lo que finalmente obtenemos. Como, por ejemplo, esperar que tus amigos cumplan con leer lo que acordaron... Por cierto, Mario, Lucho, si algún día se acuerdan de este pendiente, los remitiré a las opacas líneas que siguen.