De por qué leí un libro que no quería leer, de mis prejuicios y de lo bien que salió todo.
Andaba por casa un ejemplar de Diez Negritos, la novela policial más vendida de la historia y que mi madre (una incondicional de Agatha Christie) acababa de leer por milésima vez y me sugirió, como muchas otras veces, que le de un vistazo. "Te la lees en una noche" me dijo para convencerme. Sólo por no desairarla lo empecé a leer. Y fue una buena decisión.
Si bien las primeras páginas con la presentación de los diez personajes pueden resultar un poquito confusas una vez que llegas al tercer capítulo la cosa se pone atrevida, la emoción va in crescendo y la curiosidad -por conocer la identidad del gran villano que martiriza a los personajes- te martillea el cerebro.
Andaba por casa un ejemplar de Diez Negritos, la novela policial más vendida de la historia y que mi madre (una incondicional de Agatha Christie) acababa de leer por milésima vez y me sugirió, como muchas otras veces, que le de un vistazo. "Te la lees en una noche" me dijo para convencerme. Sólo por no desairarla lo empecé a leer. Y fue una buena decisión.
Si bien las primeras páginas con la presentación de los diez personajes pueden resultar un poquito confusas una vez que llegas al tercer capítulo la cosa se pone atrevida, la emoción va in crescendo y la curiosidad -por conocer la identidad del gran villano que martiriza a los personajes- te martillea el cerebro.
La culpa del cine
La isla de Burgh, cerca de Devon en el sur de Inglaterra, lugar en el que Agatha Christie se inspiró para crear su "Isla del Negro" escenario de la novela. Imagen tomada de http://www.933.me.uk |
¡Uno de nosotros! Esas palabras, repetidas sin cesar, resonaban en sus cabezas enloquecidas (...) obsesionadas por el miedo (...) se espiaban mutuamente intentando ocultar su nerviosismo (...) Bruscamente todos bajaron al último escalón de la humanidad y pusiéronse al nivel de las bestias. (p. 119)
Forma y fondo
El
relato da pocas vueltas. Sin grandes alardes técnicos, se intercalan
con la trama principal abundantes monólogos y memorias que nos revelan
las oscuridades que se esconden en el pasado de esos personajes,
dotándolos de un doble papel de víctimas y malvados porque
...el crimen no es lo que se imagina de ordinario. Para matar a una persona no es necesario administrar arsénico o empujarle desde lo alto de un acantilado (p. 160)
La "reina del crimen" Agatha Christie. Foto tomada de Elpais.com |
Y ahí está la cuestión fundamental de la novela: Que así como es delito lo que no lo parece, un crimen puede ser también un acto de justicia. Claro, depende de cuan retorcida sea la lógica del que examina los hechos.
Aunque
disfruté con la trama y sonreí con el ingenioso final, sentí que había
"algo" que faltaba. Y es que sentía que había sobrado material para
profundizar en cada uno de los personajes, como que los vemos muy de
lejos, sin llegarnos a involucrar emocionalmente con ellos. La novela
evita desarrollar esas historias y prefiere ir al grano (aunque creo que
al menos en el caso de Vera Claythorne se logra un notable
retrato de su psicología y sus emociones). Supongo que no debo verlo
como un defecto porque es eso lo que asegura ese ritmo tan tenso y
efectivo que te hace leerla de un tirón. Una vez más mamá tenía razón.
La versión que leí es una traducción de Orestes Llorens de 1955 reimpresa por Planeta en 2008
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