No creas que no me he dado cuenta. No soy tan tonto. Hay mucho que podría aprender de ti y hay otras cosas que yo podría compartir contigo... algo que, por la forma en que me miras y me escuchas, sé que estás esperando. Tenemos varios temas de conversación, ideas parecidas y hasta has sido capaz de completar una frase que no había terminado de decir. Está claro que en la foto se nos vería muy bien juntos y que tendrías garantizada —por tu integridad y tu simpatía— la eventual bendición de mis amigos (y hasta de mis demonios). Pero yo, únicamente, estoy aquí, en este café. Tú, además de aquí, estás en otros lugares y realidades que te imaginas conmigo para más tarde, para mañana, para después.
No es, como te han dicho, que me falte valor para cruzar la línea. Tampoco es que esté esperando una jugada tuya. No es pereza, no es torpeza, no es indecisión ni estupidez. Sí, puede que tú seas todo lo que necesito, la pieza que me falta para estar completo y para, de una vez, colgar los guantes y entregarme a una paz compartida. Todo eso está muy bien. Pero si no se me antoja morderte, ni lamerte ni restregar mi carne contra la tuya, no ocurrirá.
Perdóname. Solo soy un animal.
No es, como te han dicho, que me falte valor para cruzar la línea. Tampoco es que esté esperando una jugada tuya. No es pereza, no es torpeza, no es indecisión ni estupidez. Sí, puede que tú seas todo lo que necesito, la pieza que me falta para estar completo y para, de una vez, colgar los guantes y entregarme a una paz compartida. Todo eso está muy bien. Pero si no se me antoja morderte, ni lamerte ni restregar mi carne contra la tuya, no ocurrirá.
Perdóname. Solo soy un animal.
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