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El libro de los amantes desquiciados

Seguramente te ha pasado: Recuerdas que en tu adolescencia viste una película o una serie en la tele que te impresionó mucho y que no volviste a ver nunca más y, muchos años después la buscas por ahí, te pones a verla y das tu veredicto. O bien te decepciona ("¿cómo diablos podía gustarme esta estupidez?") o bien (más raro) te vuelve a impactar.

Esto fue algo así: Yo me acordaba que en el colegio (en cuarto de media, creo) había leído un relato de Clemente Palma, sobre una mujer de ojos misteriosos, que me había dejado cojudo. No lo había vuelto a leer desde entonces y, en parte por curiosidad y en parte por mi reciente empeño en aprender un poco más sobre nuestra tradición literaria me puse a buscar ésa y otras piezas narrativas del autor.

" Mefistófeles tenía su gabinete de trabajo detrás de esas pupilas" dice el narrador de Los ojos de Lina

Y he descubierto varias cosas. Para empezar que he llegado tarde a la fiesta. En efecto, Clemente Palma, durante varias décadas considerado un segundón en nuestra historia literaria, ha sido felizmente rehabilitado en los últimos tiempos. Esto ha ocurrido en parte por eventos sobre su obra que ocurrieron recientemente (en 2013 hubo coloquios sobre sus creaciones y yo, que entonces aun era un esclavo de los horarios de oficina, ni me había enterado) y de una publicación antológica de sus obras completas que hizo la PUCP (a cargo de Ricardo Silva Santisteban). Me asomé también a su biografía y entendí un poco el por qué había sido olvidado. Y es que don Clemente parecía haberse empeñado en boicotear su propio currículum para hacerse repelente con la historia. En efecto su primera tesis universitaria era profundamente racista (con frases en las que calificaba a la raza indígena de decadente e inferior, otras en la que afirmaba que la raza "criolla" era inepta y que lo único que podía salvar al Perú era que ésta última se cruce con una raza "enérgica" como la germana). Además había tenido el atrevimiento de sugerirle a un entonces joven César Vallejo que se dedicara a otra cosa que no sea la poesía (¡nada menos!)  y habia sido partidario de causas políticas profundamente impopulares. Además sus obras eran pretendidamente cosmopolitas y nunca aludían al Perú (lo que para mí no es un defecto pero sí para el nacionalismo peruano que dominó la academia del siglo XX), salvo una de ellas, caricaturesca y vulgar. Pero también estaban contra él las antipatías clásicas de quienes lo acusaban de ser "sólo" el hijito de su inmenso papá (el imprescindible Ricardo ) que le presentó a todos sus amigos influyentes en Europa. En defensa de Clemente habría que decir que dirigió la revista literaria más importante del Perú de su tiempo (Variedades, durante 23 años) , que en ella publicaría en más de una ocasión al Vallejo maduro que todos admiramos (diferente en calidad al que inicialmente denostó, lo que significa que al verlo evolucionar reconoció en él a nuestro poeta mayor) y que ha sido el autor de una obra literaria, ciertamente atípica, pero original. 

Pero si me produjo tanto interés su vida es porque antes encontré, por fin, el relato que buscaba (Los ojos de Lina) y me leí la colección de cuentos en la que fue publicado en 1904. El libro tiene el sugestivo título de Cuentos Malévolos. Es una colección desigual pero contiene un puñado de cuentos brillantes. Aquí van mis impresiones. 

Clemente Palma (1872-1946). Imagen tomada del web site de la Casa de la Literatura Peruana


Amores destructivos

La mayoría de los relatos parece unido por un hilo conductor claro: El de relaciones amorosas "difíciles", extremas, enfermizas y psicológicamente torturadas.  Idealismos acaso es, en ese sentido, la más obviamente "malévola". En la siete palabras con las que empieza están las claves de su carácter y de toda su trama.
Estoy contentísimo. Mi buena Luty se muere.
Está estructurada como las hojas de diario de un hombre que contempla la agonía de la mujer que "ama", así entre comillas. Su mayor deseo es que ella muera porque es la única forma en que podrá "reconstituir su dignidad moral". 


Una historia vulgar, es mucho más compleja y sutil y es uno de mis dos relatos favoritos de la serie. Cuenta la crisis de un hombre que comprueba que es incapaz de vivir de acuerdo a los austeros principios que él mismo se ha impuesto. Se resistía pero al final se enamora y eso, contra lo que pudiera esperarse, lo pierde.
¡Pobre Ernesto! No hay mayor infortunio que amar a una mujer a quien se desprecia.
Está narrado utilizando el recurso de la anécdota referida por un tercero que, a pesar de que manifiesta burla por los sentimientos del protagonista (y obra con crueldad al final), logra trasmitirlos perfectamente, sin perder verosimilitud.

Cuentos Malévolos fue publicado por primera vez en 1904. En la imagen una vista de la clásica edición de Peisa

En cambio en Los ojos de Lina es el protagonista el que narra su propia historia de amor a un grupo de amigos mientras beben juntos. El rasgo peculiar de su relato es que él no es capaz de soportar la mirada -llena de elementos sobrenaturales- de su novia. 
Eran de un corte perfecto, rasgados y grandes; debajo de ellos una línea azulada formaba la ojera y parecía como la tenue sombra de sus largas pestañas. Hasta aquí, como veis, nada hay de raro; pero una vez abiertos y lucientes las pupilas, allí mis angustias. Nadie me quitará de la cabeza que Mefistófeles tenía su gabinete de trabajo detrás de esas pupilas. 
Sus brillantes descripciones le confieren a este relato una macabra belleza. El suspenso aumenta con la angustia del narrador a medida que se acerca la fecha del compromiso definitivo de éste con su amada. Y al fin el cuento termina con dos grandes golpes de ingenio. El primero es duro y perturbador. Y el segundo lo redondea y suaviza. Es difícil decir más aquí sin revelar la trama. Solo agregaré esto: Es un cuentazo. No dudaría en incluirlo entre los mejores que he leído en mi vida.

La Granja Blanca es el relato más extenso y ambicioso de la serie. Es otra cruda historia de amor, de un tono similar a los tres primeros  pero vestida con prendas muy gruesas: La duda filosófica y el cuestionamiento de la realidad. El protagonista tiene un credo particular:
El mundo es un estado intermedio del ser colocado entre la nada (que no existe), y la realidad (que tampoco existe); un simple acto de imaginación, un ensueño puro en el que los seres flotamos con apariencias de personalidad, porque así es necesario para divertir y hacer sentir más intensamente ese soñador eterno, o ese durmiente insaciable, dentro de cuya imaginación vivimos.
Su amada, Cordelia, enferma en vísperas de su boda. Contrariamente a lo ocurrido en Idealismos aquí el protagonista es capaz de todo por salvarle la vida.
Yo lo que quería era la salud de Cordelia. La habría comprado con mi alma, mi vida y mi fortuna; habría hecho lo más inmundo y lo más criminal; me habría traído la indiganción del Universo y la maldición eterna de Dios; habría echado en una caldera la sangre de toda la humanidad, desde Adán hasta el último hombre de las generaciones futuras y hecho un cocimiento en el infierno con el fuego destinado a mi condenación si así hubiera podido obtener una droga que devolviera a mi Cordelia la salud.
Ese párrafo anuncia que lo que sigue en el relato entra de lleno en el terreno de lo fantástico. Pero también anuncia el carácter oscuro de los eventos que ocurrirán. Contrariamente a lo que creí mientras lo leía, no hay nada aquí de almas vendidas o condenadas, sino de juegos entre realidades "verdaderas" y " falsas" que acaban por convertir a su torturado protagonista en un monstruo. Al leerlo me resultó inevitable pensar en algunos textos de Poe (como Morella o Ligeia).

Dos romances grotescos
Hay otros dos cuentos que también tienen al amor como centro, pero en ellos la penetración psicológica de los anteriores es reemplazada por el humor. El último fauno es la alucinante y grotesca historia de cómo la religión grecorromana se desvanace frente al empuje de la cristiandad y de cómo uno de sus miembros -un fauno o sátiro-, sobrevive en el nuevo mundo para enamorarse... ¡de una monja! El lenguaje es evocador y sarcástico. 

Los pobres faunos, empujados por la repugnancia del nuevo espiritualismo, fueron subiendo hasta el polo y allí murieron ahogados entre los témpanos, devorados por los osos blancos, y no pocos asesinados por los runoyas, que no podían ver, dada su sangre fría de anfibios, las picaras costumbres y desenfrenos de esos hijos del Sur. (...)De esa gran catástrofe, que convirtió el Olimpo en una montaña solitaria, quedó un faunillo que contaba dieciséis años, quien, por razones que no es del caso referir, no pudo seguir la vertiginosa carrera de los dioses y se vio obligado a quedarse en la tierra, en medio de los intrusos. A medida que el tiempo pasaba, crecía su odio hacia aquellos invasores que le dejaron huérfano, que sacrificaron su juventud anhelosa de amores, condenándole al aislamiento, a la vida oculta ya las fugas precipitadas. Las pastoras huían de él haciéndose cruces; los guardadores de ganado le perseguían, como se persigue al lobo, agitando los cayados y tirándole piedras. El faunillo recordaba aquellas alegres cacerías de ninfas y de pastoras, aquellas gloriosas fiestas de Baco, aquellas saturnales, en las que en loca ronda, danzaban en torno de la estatua de Sueno. ¡Qué hermosos tiempos aquellos! Nocherniego y solitario, cruzaba las campiñas, atravesaba desiertos, ascendía montañas y vadeaba ríos buscando a sus hermanos, que habían desaparecido para siempre. Y los siglos corrían...
En "El último fauno" el protagonista que da título al relato intenta seducir a una monja. En la imagen, un fragmento de la obra de Rubens "Diana acechada por los sátiros" que podría ilustrar el relato mencionado. La pintura completa puede verse en el web site del Museo del Prado. (www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/zoom/2/obra/diana-y-sus-ninfas-sorprendidas-por-satiros/oimg/0/)
Un amor radicalmente distinto, intencionadamente ridículo pero también de rasgos desquiciados, es el que se narra en Cuento de marionetes, protagonizado por los personajes todo-terreno de la Comedia del Arte. La anécdota, aparentemente infantil y contada con mucho humor, es sencilla: Pierrot IV, el rey de los payasos, se ha enamorado de la luna para desdicha del resto de la corte y especialmente de Colombina quien...
...se puso furiosa al saber quién era su rival, y se pasaba largas horas de la noche escupiendo al cielo, diciendo desvergüenzas a la luna y disparando los corchos de sendas botellas de «Veuve Cliquot». 

Arlequín y Colombina, de Edgar Degas (1834-1917).

El amor en otros mundos

Hay dos relatos en los que Palma apela a excusas efectivas para desbordar su imaginación: Una anticipación de un futuro remoto y un sueño narcótico. Obtiene así imágenes muy poderosas y evocadoras, pero, me parece, carentes de la conexión emocional que había logrado establecer en los relatos que he comentado más arriba. 

La última rubia, el primero de ellos, es una aventura de ciencia ficción que incluye elementos estrictamente fantásticos (como la fe ciega en la alquimia que tiene su protagonista). Si bien es un relato de aventuras desemboca en una historia de amor que, a diferencia de todos los demás que aparecen en el libro, no es sincero sino que está motivado por el interés. El cuento es profundamente racista y hay que leerlo sin prejuicios y mucha correa pues a pesar de su tono relajado incluye "linduras" como éstas:
En el año 2279 los mongoles y los tártaros, esas malditas razas amarillas, habían inundado el mundo y malogrado las razas europeas y americanas con la mezcla de su sangre impura. No había rinconcillo del mundo a donde esa gente no hubiera llegado y estampado la huella de su maldición étnica .

El oro sigue siendo el material más valioso en el siglo 31 y la alquimia sigue siendo un método válido para encontrarla, según la anticipación del futuro que Palma hace en  "La última rubia". En la imagen una pepita de oro australiano. Foto: Wikimedia Commons

Personalmente no me impresionó mucho su anécdota: Con el pelo rubio, inexistente en ese futuro, se puede obtener oro y el protagonista pretende encontrar a alguien que haya sobrevivido a las mezclas raciales y conserve ese tipo de cabello. Si bien en mi modesta opinión la escritura no está a la altura de los mejores cuentos del libro resulta muy interesante por su descripción del futuro donde se nos presenta un mundo interconectado por aeropuertos, donde es muy fácil viajar a cualquier parte del globo y que está lleno de aparatos que a los lectores de Palma quizá le resultaron sorprendentes. Ojo. Esto se escribió antes de 1904. Miren esta maravilla (las negritas son mías)
 
En la gran ciudad de Upernafich, fue donde encontré la primera huella de esa familia que yo buscaba. Por los vetustos papeles de la familia sabía que mis antecesores europeos se llamaban Houlot. En un paradero aéreo de Upernawick (sic) oí en el libro fónico de pasajeros este nombre pronunciado por una voz extraña. En varios paraderos oí la misma palabra. Y aun en un hotel más adelantado vi, en el espejo fotogenófono en que se inscriben la imagen y la voz de los pasajeros, vi, repito, la figura de un hombre de unos cincuenta años y de dos mujeres, y oí, al tocar el registro, lo siguiente: «Jean Houlot, mujer e hija (esto en esperanto), últimos vástagos de la raza gala (esto en francés), pasaron por aquí el 18 de marzo de 3028, con dirección a cabo Kane, orillas del mar Paleochrístico, 87 paralelo». Me puse loco de contento y al día siguiente, a primera hora, me dirigí al lugar indicado, a donde llegué cuatro horas después. En la puerta de una casucha embadurnada de sulfuro de radio, que la hacía en extremo fosforescente había un hombre cuyo rostro era el que yo contemplé en el espejo - registro del hotel. Yo había aprendido tres lenguas muertas: el español, el latín y el francés.
Me acerqué al solitario individuo y le dije en este último idioma:


- Señor Houlot, vos sois mi tío, y vengo desde Tombuctú, sólo por conoceros y saludar en vos al último vástago de nuestra gloriosa y malograda raza.

En la Leyenda de hachisch se describen las alucinaciones que experimenta el protagonista gracias a una droga alucinógena. El catalizador es, nuevamente, un amor intenso y desgraciado que parece tener algo de las historias narradas en los primeros cuentos pero sobre el cual no se cuentan detalles. El papel del protagonista en la trama es sólo describir cosas que ve. El relato no es aburrido (pues las descripciones son entretenidas y a veces muy ingeniosas) pero siento que no llegan a conectar emocionalmente con el lector

Las aves, que cruzaban el espacio, tenían los cuerpos purulentos, con una que otra pluma desmalazada: volaban tardamente, lanzando graznidos lastimeros; las fieras cruzaban nuestro camino con paso dificultoso de bestias baldadas por la elefantiasis, tiñosa la piel y los ijares hundidos, como interiormente corroídos por un mal implacable. Las flores, apenas abiertas, caían moribundas sobre el césped raquítico y gris; sus pétalos ardían en violenta fiebre, y sus estambres se estremecían y retorcían en las convulsiones de intenso dolor. Las sabandijas ponzoñosas se arrastraban con dificultad, presas de una horrorosa enfermedad. Las serpientes no tenían esa agilidad vibrante que las caracteriza; muy al contrario, sus cuerpos glutinosos reptaban en lentos ziszás, dejando en el suelo una huella húmeda como la de las babosas, y pasaban mirándonos lánguidamente con sus ojillos sanguinolentos y lacrimosos. Una leona, con su cría reposaba echada en medio del camino; estaba desfallecida y con el cuerpo cubierto de pústulas sobre las que saltaban moscas verdes, saltaban, porque no podían volar. La pobre bestia yacía con la lengua fuera, jadeante y quejumbrosa, mientras sus cachorros, flacos como galgos, con la desvencijada columna dorsal rompiéndoles la piel, se afanaban por mamar de unas ubres vacías y lacias de las que no manaba sino sangre viciada…
 
Tres relatos heréticos

De un tono muy distinto son los tres cuentos de temática "religiosa" cristiana aunque cada cual más irreverente que el anterior. Sorprende que Palma haya podido publicar su libro en la España de inicios del siglo XX con estos especímenes. El primero, Parábola, parte de un entretenido debate teológico en donde se especula sobre la desaparición de las enfermedades, el dinero y las armas en el mundo a partir del diálogo entre el mismo Jesús y un ermitaño. El segundo, El quinto evangelio, es el más débil del libro y recrea un diálogo, que a mí me resultó cursi, entre un Jesús moribundo en la cruz y el diablo.
Palma incluye a Jesucristo como personaje de tres de sus cuentos y al demonio en dos de éstos. En la imagen, un fragmento del fresco "Las tentaciones de Cristo" de Sandro Botticelli (1445-1510), representando a ambos. La pintura completa puede apreciarse aquí: es.wikipedia.org/wiki/La_tentaci%C3%B3n_de_Cristo_%28Botticelli%29
Pero el tercero es de otro lote. Se llama El hijo Pródigo y es la historia detrás de una pintura ficticia que representa la ascensión del demonio... ¡al cielo! Cuenta la defensa que hace el personaje pintor de su obra y su curiosa interpretación del papel del diablo en el mundo. Me gustó por lo elegante y atrevido. Si el narrador no se hubiera disculpado tanto de lo que va a narrar (es el único de la serie en donde Palma pone "parches" a lo que cuenta) creo que hubiera sido perfecto.    
Luzbel había sido el hijo predilecto de Dios: de ahí su espantoso poder sobre la Creación. Dios, como buen padre, amaba a su hijo; estaba orgulloso de ver en él esa rebeldía infinita, esa altivez indomable propia de un Dios. Más que un castigo fue una prueba la que le impuso. Pasaron un millón, cien, mil millones de siglos y el hijo expulsado no tuvo un segundo de desmayo, de debilidad, de arrepentimiento. ¿Él odiaba a su padre? No. Le amaba; precisamente porque le amaba no cedía: ceder era renegar de su estirpe, era anonadar de un golpe la Creación de su padre, era hundir en el nirvana oscuro las aspiraciones de perfección de la Humanidad y el Universo. Luzbel sabía que toda la Gloria de su Padre divino la sostenía él sobre sus hombros malditos.

El más malévolo
 
Finalmente queda mencionar al primero y más breve de la serie, Los canastos, al que no le sobra ni le falta nada y el que más justicia hace al título del libro. La anécdota es sencilla y predecible, pero está perfectamente contado y parte de una premisa maravillosa: 
Entre hacer un pequeño servicio que apenas labre huella en la memoria del beneficiado o un grave daño que le deje profundo recuerdo, elegid lo segundo. Os contaré lo que me sucedió una tarde de invierno con un pobre hombre llamado Vassielich. Os juro que yo soy bueno, que soy un buen padre de familia, pero sólo en la época en que hay sol en este cielo brumoso. ¡Oh!, la bruma invernal me hace daño y me convierte en malvado. 
(22 de junio de 2015)

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